Para llevar a cabo una reforma, bien se trate de la reforma integral de un piso o de reformar algo menor, lo mejor es entender que en la obra van a participar distintos agentes. Por un lado, el promotor o propietario, que es quien tiene que fijar el programa de necesidades y los objetivos que se persiguen con la reforma. Por otro lado el proyectista, que deberá tener la titulación que establece la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE) y que, generalmente, será un arquitecto. Y por último, el contratista o constructor.

El primer paso que debe dar el propietario es fijar los objetivos, el presupuesto límite de la reforma y buscar un arquitecto. Con el arquitecto, el promotor podrá comprender el alcance de los trabajos a realizar y su viabilidad, además de recibir una oferta de servicios y honorarios profesionales por la intervención del técnico en el proyecto.

A partir de ese momento, el técnico redactará el proyecto de arquitectura para llevar a cabo una reforma adaptada a las necesidades y gustos del cliente. El proyecto recogerá las características constructivas, técnicas, estéticas y normativas de la reforma, la calidad de los materiales empleados, las condiciones de seguridad que deben cumplirse en la obra y definirá con precisión cada uno de los trabajos a realizar a través del estado de mediciones. Además, en el pliego de condiciones del proyecto también se establecen las recomendaciones para la contratación de la obra y la aceptación de los trabajos.

Una vez definido el proyecto, se inician las gestiones para obtener los permisos de obra. Paralelamente, el promotor podrá solicitar presupuestos a varios constructores, para obtener distintas ofertas por llevar a cabo la obra. Como todos los constructores estarán presupuestando las mismas mediciones, el propietario tendrá la seguridad de poder comparar precios para los mismos trabajos. En el caso de propietarios que disponen de poco tiempo, o de aquellos que prefieran delegar la licitación de la obra en un profesional, existe la posibilidad de contratar los servicios de gestión de la construcción o “construction management”, de forma que tengan un interlocutor único durante toda la promoción.

Por último, una vez comparadas las distintas ofertas para la ejecución de los trabajos de construcción, conviene redactar un contrato de obra que recoja los términos del encargo, los plazos de ejecución y las condiciones de pago, de forma que durante el desarrollo de las obras se minimicen los malentendidos y las sorpresas.

Las obras, además, serán supervisadas por los técnicos que corresponda según la LOE. En reformas sencillas podrá ser llevada a cabo exclusivamente por un arquitecto, y en obras de mayor envergadura deberá participar, además del arquitecto, un aparejador.

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